Sacerdotes de la Misericordia (SDM)

ORIGEN

El 12 de abril de 1869, Santa María Josefa Rossello, movida por su gran amor a Dios y a la Iglesia, realizo en Savona, la fundación de la casa de los clérigos, acogiendo a cinco jóvenes, de condición humilde, que deseaban consagrarse en el sacerdocio (los cinco perseveraron y llegaron a ser ministros de Dios).      

Fue un fruto de su sensibilidad que la llevaba a responder a las necesidades de la Iglesia de su tiempo.      

Confío a sacerdotes ejemplares la dirección de la llamada «Pequeña casa de los clérigos».      

Ella, por su parte, se hizo responsable del sostenimiento.

FINALIDAD

La Madre Fundadora tenía muy clara, en su mente, la finalidad de esta obra: difundir la misericordia de Dios y reparar el mal que existe en la Iglesia y en el mundo.      

Preparar sacerdotes que ejerzan su ministerio en la diócesis de Savona y dirijan espiritualmente la obra confiada a las Hijas de la Misericordia.

Este centro de formación, a pesar de las múltiples dificultades que tuvo que afrontar, dio a la Iglesia de Savona sacerdotes fervorosos. 

Ocupo un lugar de preferencia en el corazón de la Santa Madre, quien participó activamente en la formación de los jóvenes, acompañándolos como una verdadera madre con la oración, el consejo y las exhortaciones constantes.    Después, movida por su gran afecto por los sacerdotes y en una real expresión de santa audacia, de acuerdo con el Obispo de Savona, Mons. Juan Bautista Cerruti, concibió la idea de transformar el pequeño seminario en una congregación de sacerdotes seculares. No como una nueva orden religiosa, sino como un reclamo a la vida común que Jesús instituyó y que los Apóstoles siempre mantuvieron.      

Los sacerdotes recibieron con alegría esta propuesta y colaboraron con la Madre y con el Obispo en la redacción del Reglamento.      

Según los documentos, se llamo: «Instituto de Sacerdotes que viven en comunidad bajo la protección de Nuestra Señora de la Misericordia».      

Su misión específica era difundir la misericordia de María en la Diócesis de Savona, en obediencia al Obispo.      

Esta obra fue bendecida con sacerdotes que dejaron ejemplos indiscutibles.   

Los nombres de los tres primeros:

ÁNGEL BERTOLOTTO, que ocupo el cargo de Vicario General de la Diócesis de Savona y Noli y murió en 1930;

JUAN MURATORIO, que falleció en plena juventud en el año 1884, tras una vida de total donación en el seminario diocesano, como director espiritual y profesor de filosofía;

ÁNGEL ACQUARONE, que escucho de la Santa Madre esta profecía: «Yo moriré cuando tres de mis sacerdotes hayan celebrado su primera Misa»      

Y el anuncio se cumplió: el Padre celebro su primera Misa y, al año siguiente, falleció la Santa Madre, dejando un enorme vacío, tanto en el Instituto como en el Seminario.      

La obra continuo ininterrumpidamente, y el Instituto contó siempre con sacerdotes, hijos de la Misericordia. Aunque la «Pequeña casa de los clérigos», a partir de 1900 fue disminuyendo en número porque, a causa de la situación historico-politica de entonces, los jóvenes seminaristas debieron unirse al seminario diocesano.      

El Instituto, según el espíritu de la Madre Fundadora, apoyó siempre a los seminaristas que no podían pagar sus estudios y, aun en la actualidad, establece becas de estudio en los seminarios de sus Provincias religiosas.      

Atento a mantener el espíritu fundacional, conservó vínculos con los sacerdotes que sintieron el llamado a proclamar la misericordia de Dios.      

En esta hora especial de su historia, admira a los sacerdotes agregados y ruega a Nuestra Señora de la Misericordia que aumente su número para enriquecer a la Iglesia que «profesa y proclama la misericordia de Dios». 

Padre Horacio Gómez (Tandil)

«Mi experiencia con la Misericordia comenzó cuando la hermana Danila estaba en Tandil, en el Colegio de Niñas de la parroquia Sagrado Corazón (2007). Y bueno, comencé a celebrarles la misa a ellas, a rezar con ellas y a compartir momentos comunitarios con la comunidad del hogar. La verdad que en aquellos años mi madre estaba enferma y de parte de las hermanas recibí mucho acompañamiento y cercanía, pero cuando ellas dejaron esa presencia seguí en contacto con las otras comunidades, ejerciendo mi ministerio sacerdotal en las distintas actividades que me pedían. Inclusive en la pandemia nos tocó vivir momentos muy fuertes con ellas, como por ejemplo la Semana Santa. Estoy muy agradecido y me siento un hermano con ustedes.»

«Siempre me sentí acompañado por mis madres, esa es la expresión… por toda la comunidad del colegio de La Plata y la comunidad del hospital San Juan de Dios.»

Padre Jorge López
(La Plata)

Padre Fernando Rey
(San Martín)

«Les comparto mi experiencia brevemente. En el año 1998, estando en Roma en un curso para formadores del seminario, coincidió el Capítulo General de la Misericordia y viajamos a la Casa Madre. Allí pedí ser aceptado como SDM. Había sido un camino de amistad, pero también de camino compartido, sobre todo en la pastoral vocacional y el acompañamiento de varias hnas. Y por eso sentí en ese momento, delante del corazón de la Santa Madre, la invitación a dar ese paso. Lo viví como una experiencia de compartir carismas; así como yo recibía el ser parte del carisma, yo también ofrecía compartir ese carisma a través de mi ministerio sacerdotal. Era en ese compartir, recibir el don de la Santa Madre, su corazón grande y misericordioso, reflejo del corazón misericordioso de Jesús, y compartir el estilo, la caridad pastoral de nuestro único Pastor, que es Jesús.»

«Conocí el carisma de la Misericordia a través de Ludovica, mi entrada es por la puerta de Ludovica. En la pastoral del hospital como seminarista, conocí el carisma de la Misericordia, conocí a la Madre Rossello, conocí la obra. Y bueno, en el camino de conocer y de trabajar, y la gracia de haber estado cercano con la comunidad, hizo que también pueda ser SDM. Para mí es una alegría y un compromiso para ejercerla a través de mi ministerio. Aunque hoy esté en otro lugar, me siento parte, unido a las hermanas, al Instituto y, sobre todo, el acompañamiento de las hnas. ha sido muy importante en mi camino sacerdotal. Doy gracias a Dios por ser parte de esta familia y le pido a Madre Rossello y a Ludovica que me hagan un sacerdote misericordioso.»

Padre Juan Ferri
(La Plata)

Padre Matías
(La Plata)

«Ser SDM para mí significa vivir todos los días el desafío de acoger la realidad, con la garantía de que Dios siempre nos abraza, nos espera y nos ama. Es ser parte del Instituto, esta gran familia en donde siempre puedo apoyarme. En los distintos momentos compartidos en el hospital, en el colegio y en las distintas actividades que se organizan y puedo sumarme, vivo ese abrazo de Dios.»

«Mi nombre es Eurípides García Jiménez, soy de República Dominicana. Fui ordenado sacerdote hace ya 19 años en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater de Madrid. Desde hace 15 años estoy en Cipolletti, diócesis del Alto Valle del Río Negro. Acá conocí a las Hijas del Instituto Madre de Misericordia. Desde entonces, por medio de las hermanas, he conocido el carisma de la Madre Rossello y, aunque en los papeles no soy Sacerdote de la Misericordia, por lo compartido y la experiencia vivida en estos años, me siento hijo de la Madre Rossello y hermano de mis hermanas. Actualmente estoy como administrador parroquial de Ntra. Sra. de Luján, integrado por las comunidades de Madre de Misericordia, Ntra. Sra. de Arantzazu, San José Obrero y Ntra. Sra. de Luján.»

Padre Eurípides Giménez
(Cipolletti)

Padre Daniel Molina
(Isidro Casanova)

«Desde 1995 soy Sacerdote de la Misericordia. Haber descubierto la flia. de la Madre Rossello fue descubrir los rasgos más finos y más maternales de la misericordia de Dios. Haberme encontrado con un Instituto que irradia una misericordiosa alegría… Yo, cada vez que pienso en esto, no puedo dejar de sonreír por recordar tantos momentos compartidos, el acompañamiento por parte de las hermanas, y sé que aunque por las realidades pastorales estamos lejos, aun así estamos cerca como una familia. Hoy me da alegría ser un hijo de la Madre Rossello.»

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